¡Ofrezco un verso por tu alma hoy de Magdalena!
Pues, Hetera de todos los tiempos,
la Hélade antigua, divinos rojos cantó
-sonriendo en la poesía-
Cierto, un día, a tus helenos labios.
Por ese instante de tu existencia:
¡Entre tus gestos y tus piernas!
móviles divinos alentarían
– a un moderno Paris-
por tu beso ¡Ese! llamado Helena.
Pero no, habiendo hoy
para la fuerza de Eros
la condena antigua sobre los hombros de las Helenas.
dirijo venablo labio hacia el deseo.
¡Y celebro tu sonrisa impertérrita de pecado!
¡No hay, desde el universo de la belleza mundo bueno o malo!
Momento de belleza
¡Helena!
Si una flor te besa,
desde desnuda su espontaneidad.