Por Eduardo Corsario
Transmitir a las infancias, a las adolescencias y a la edad adulta una ética de concientización hacia el cuidado de las especies− de la naturaleza− fue el acicate y el estímulo que llevó a Carmen Rosas a transitar de los estudios académicos en biología a la comunicación de la ciencia; actualmente, desde el Área de Divulgación de la Ciencia en el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur). Ha sido desde sus inicios en el mundo de la comunicación de ideas, imágenes y realidades lo que la ha motivado a ver en este trabajo y pasión intelectual algo significativo, lo que le interpele en su andar. “La fotografía de naturaleza me ha dado la oportunidad de hablarle de diferentes especies, mostrarle a la gente la categoría en la que se encuentran, por qué es importante cuidarlos, conservarlos, por qué son importantes a nivel ecológico, a nivel médico, a nivel de todo lo que nos rodea. Para mí ha sido muy importante platicar, llevar a la gente este tipo de temas a la niñez, a los adultos y hacer conciencia del cuidado de estas especies”.
Con cierto dinamismo en la articulación de la voz y retrotrayendo su mente hacia los recuerdos divulgativos de momentos, de circunstancias, de vivencias que hoy forman y matizan su memoria histórica en este campo comenta una de las experiencias que le han resultado parte fundamental de la vida en el sendero de la comunicación de la ciencia: aquella etapa como conductora. “Me llena de mucha satisfacción poder acercarme a la gente, poder comentar la importancia de la biodiversidad. A mí, me ha abierto las puertas para hacer divulgación. Una bonita experiencia que tuve fue haber sido conductora en el programa de televisión de Yax Beh (camino verde), de Radio Maya Internacional con una alianza con México Travel Channel”. Relata mientras se nota el tono del recuerdo.
“Tuve la oportunidad de hacer diversas entrevistas a investigadores, científicos tanto a nivel estatal como internacional y acercar a la genta a que sepan qué hace un científico, a qué se dedica un centro de investigación. Fue muy importante. Realizamos 40 emisiones en diferentes ambientes con diversos investigadores. Principalmente, enfocados en el estado de Quintana Roo. Me abrió otros acercamientos, el hecho de decirle a la gente ‘aquí estamos, para qué somos útiles y la importancia que debemos darle a la ciencia’”.
Su primer acercamiento a la ciencia−comparte Carmen Rosas al hablarnos de su niñez y formación primera− fue mediante los libros de naturaleza, “a partir de las enciclopedias que los papás compraban, que tenías en tu casa”. Su fascinación en aquellos años que tuvieron como principal característica el verse inmersa por entre los derroteros del conocimiento de la ciencia era coleccionar los álbumes que todavía se publicaban y que contaban con estampitas. “Me gustaba mucho ver los libros de naturaleza, las imágenes de los animales. Salían ese tipo de álbumes con estampitas y me gustaba coleccionarlas. Era fascinante ver los tipos de flores, los tipos de árboles, mamíferos, reptiles, insectos, y todo ese mundo me empezó a fascinar. Ya posteriormente conforme fui creciendo cursé la carrera de biología en el Instituto Tecnológico de Chetumal. Puede reafirmar que realmente me gustaba y apasionaba el hecho de aprender sobre los invertebrados, sobre los vertebrados y todas esas materias relacionadas principalmente con los animales”.
Antes que los dinosaurios la cacerolita de mar ya anidaba en el planeta. Podrían desaparecer por varios factores, como el turismo excesivo, de acuerdo con el estudio “La cacerolita de mar en México”, donde Carmen es una de las autoras. Han logrado tener un valor en la industria biomédica, su sangre, comentan en el artículo, se utiliza para detectar la presencia de bacterias en procesos farmacéuticos, lo que ha implicado su extracción en cantidades mayores.
La cacerolita de mar es un organismo que ha sobrevivido a cinco extinciones y gracias a su característica morfológica ha logrado adaptarse rápidamente y de esta manera casi icónica sobrevivir hasta nuestros días. Actualmente, su vida está en riesgo. No la tienen fácil. La pesca excesiva del pulpo ha implicado que este ser sea visto como la principal carnada. “Ya posteriormente quedé fascinada con una especie que es la cacerolita de mar. Carmen lamenta la situación por la que se encuentra atravesando la cacerolita ante el inminente uso y explotación del pulpo. No puede ser de otra manera, ya que se trata de una de sus pasiones como bióloga, divulgadora y promotora de las causas ambientales cuando de cuidar y preservar la vida de los diversos ecosistemas se trata. “Desafortunadamente, debido a la explotación del pulpo que se da aquí en la Península de Yucatán la están utilizando como carnada para esta pesquería. He realizado diversos trabajos relacionados con esta especie, sobre todo en dinámica poblacional: ver la cantidad que hay, cómo ha disminuido en ciertas zonas, la ubicación de nidos, etcétera”.
Responsabilidad social de la comunicación de la ciencia: visibilizar la importancia del cuidado ambiental
“Creo que los que nos dedicamos a la divulgación de la ciencia tenemos un compromiso ético y social. La interacción de la ciencia, el desarrollo tecnológico, el sistema de producción, políticas públicas, la sociedad en su conjunto debe ocurrir en un marco de responsabilidad ética, con un claro compromiso social y ambiental”. De esta forma la fotógrafa de lo ambiental deja entrever su perspectiva acerca del papel social que quienes se deciden dedicar sus días a este mundo de la comunicación de la ciencia tienen ante sí. Nos permite ver, desde su experiencia, que no es asunto fácil, mucho menos que tenga que ser tomado a la ligera. Sí, este tipo de comunicación conlleva, según percibimos en las palabras de Carmen, una responsabilidad con los temas, los problemas, los contextos y los públicos, y ella lo esgrime, lo hilvana y lo relata de esta manera: “Nosotros somos los que damos la información. La gente la considera real y verídica, no podemos caer en brindar información errónea. Creo que debemos tener muy claro el mensaje que se le da al público. Obviamente a los diferentes tipos de públicos. No es lo mismo emitir la plática unos niños que impartirla a adultos. Se divide en diferentes niveles o tipos de lenguaje para que la información sea otorgada más fácil y ellos puedan digerir y entenderla.”
Es importante−enfatiza− conocer lo que la gente piensa y cómo la divulgación puede transformarle ese conocimiento de acuerdo con lo que se tiene, lo que es real. “Por ejemplo, aquí le tienen mucho miedo a los tlacuaches. Generalmente, la gente los mata cuando no saben que son animales importantísimos en el ecosistema. Se guían por su aspecto. Por temor los matan, igual que a las serpientes, a las arañas cuando su actividad fundamental de estos seres en el ecosistema es muy importante: evitan plagas y nos pueden beneficiar, y la gente no lo sabe. Se quedan con la idea de matar para eliminar el peligro cuando en realidad no es así. Hay que hacer que las personas tengan una mejor comprensión de la situación del entorno y que modifiquen ideas y conductas y todas las prácticas que se han realizado de manera negativa”
Carmen va más allá, transita de la descripción de lo que hay en el aquí y ahora a lo que, en otro mundo posible y para esta realidad tan necesario, podría y debería ocurrir: llevar y hacer conciencia de la importancia y urgencia de los temas ecológicos, del cuidado al medio ambiente y cómo los medios de comunicación de cierta forma tenemos la responsabilidad de llevarlos a la agenda pública y hasta política. “Creo que los temas ecológicos deben ser a nivel nacional, regional y locales. Es preciso empezar a construir medios de comunicación que queremos. También es importante la participación social y tener una información oportuna y certera, qué es lo que necesita la gente, empaparse de los temas de la ciencia, la importancia de cuidar el entorno, evitar lo que hemos visto todos los días: la contaminación del agua, del suelo, la deforestación, ahora lo del Tren maya, las situaciones que se han vivido derivadas de la tala masiva de árboles, las cavernas que están siendo afectadas. Entonces, sí, ¡es una problemática muy grande! La gente debe conocer de primera mano cuál es el impacto de infraestructura, los beneficios y la problemática ambiental”.
El camino para tener algo así es largo. Para algunas personas que ya se han posicionado al respecto, esta intención es como un sueño, una utopía o quizás una quimera. Pero Carmen nos recuerda que aún debemos aguardar con avidez desde nuestras trincheras. Ella espera que podamos contar algún día con esos espacios y, sobre todo, con el interés de los dueños de medios de comunicación, editores y tomadores de decisiones para que la divulgación pueda llegar a un sitio firme: “Yo esperaría que existiera el interés por parte de editores y dueños de medios de comunicación para publicar notas ambientales, recursos para desarrollar el periodismo ambiental, mucho trabajo en equipo y que los colegas cooperen, además de tener los espacios para compartir información. Yo esperaría más espacios para mostrarle a la gente la importancia de la divulgación de la ciencia”.
Filósofo y periodista de ciencia, miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia, editor de la sección de Ciencia y Tecnología de la Revista Cronopios y Divergencias