Por Eduardo Vázquez (Corsario)
Ansiedad, depresión, estrés postraumático, ideación suicida, miedo a la recurrencia, crisis de angustia y existencial hasta desesperanza, problemas económicos y financieros son factores psicológicos, emocionales y sociales que se suscitan en las personas que padecen algún tipo de cáncer, así como en sus familiares.
La crisis depresiva anunciada y pronosticada ya en los últimos meses por especialistas en salud mental debido al confinamiento por la llegada de Covid-19 tiene sus matices y especificaciones. Pero también ha mostrado relevancia en otro tipo de padecimientos, antes y durante esta etapa de emergencia sanitaria.
El cáncer, en cualquiera de sus ramificaciones, es una enfermedad que no solo importa− para la investigación y el tratamiento− por su aspecto físico, pues la dimensión emocional, afectiva y psicológica ha emergido en la literatura sobre el tema en cuanto a un abordaje neurocientífico, tanatológico y psicosocial, entre otros enfoques.
Durante la etapa de tratamiento, es importante−desde el punto de vista de Jessica Acevedo Ibarra, investigadora en psicooncología, del grupo de especialistas de Onco Clinic− tener un manejo integral de pacientes con cáncer, si se entiende que en la actualidad esta enfermedad−que ha implicado muchas muertes a nivel global− representa un fenómeno biopsicosocial que abarca no solo el aspecto del dolor físico, sino también el psicoafectivo y emocional, el íntimo.
“Hoy en día, el índice de muertes como de sobrevivientes al cáncer ha obligado a los profesionales de la oncología y a los especialistas de la salud mental a salir a hacer frente a estos alcances de dicha enfermedad. Significa que tiene efectos no solo en el aspecto físico, sino también psicológico del ser humano. Ya se considera un modelo biopsicosocial, se ve al humano como un ente integral”.
La psicooncología−platica la especialista− es esa disciplina que se encarga de ver todos los aspectos emocionales y psicológicos del paciente con cáncer, desde el diagnóstico, el tratamiento hasta, incluso, una etapa avanzada y de cuidados paliativos. Las manifestaciones físicas son importantes. De cierta forma representan un punto de partida, pero no el todo.
En la publicación titulada “Un modelo de intervención y apoyo psicosocial”, de la Unidad Psicooncológica de la Clínica Las Conde se explica al respecto de este enfoque lo siguiente: “El cáncer implica un impacto que trasciende la conmoción física, también en un proceso emocional que involucra aspectos personales, familiares y ambientales de los individuos, lo que nos hace tener una mirada psicosocial de este tema. Se genera un clima afectivo complejo de cuestionamientos y cambios profundos en los diversos contextos donde se inserta el paciente. Ante una pérdida tan importante como es la salud y todo lo que eso conlleva, la persona experimenta la vivencia de un duelo oncológico, un cierto modo de abordaje y afrontamiento de las personas y su entorno”.
Ya desde 1950−se destaca en la misma publicación− algunos estudios prospectivos revisaron la respuesta psicológica de los pacientes hospitalizados por un tipo de cáncer. En 1955, el equipo psiquiátrico del Hospital General de Massachusetts en coordinación con el grupo de investigación psiquiátrica del Centro de Cáncer Memorial Sloan –Kettering realizó los primeros informes de adaptación psicológica al cáncer y su tratamiento. Sendas comunidades de trabajo clínico comenzaron a forjar vínculos con cirujanos, radioterapeutas y, sobre todo, con oncólogos, lo cual derivó en el surgimiento de la psicooncología.
“Para nosotros es importante un tratamiento integral de los pacientes con cáncer”:
Jessica Acevedo Ibarra
En los estudios del cáncer la visión multidimensional es importante. Esta enfermedad, para un mejor entendimiento y comprensión, debe ser vista en sus diferentes aristas: físicas, psicológicas-emocionales y económicas y financieros y hasta educativas. No basta solo con un enfoque que se ciña al cuerpo, también hay que trabajar con la escucha, el diálogo, la educación sobre cáncer y el contexto (el día a día) económico y cultural en el que se encuentra inmerso quien lucha contra esta enfermedad.
En las manifestaciones físicas−comparte Acevedo Ibarra− se toman en cuenta el dolor, algunos cambios, de reproducción y la sexualidad. También se trabajan algunos aspectos únicamente psicológicos: depresión, ansiedad, miedo a la recurrencia. Hay, aunque no son considerados trastornos psicológicos, aquellos síntomas a partir de la enfermedad que pueden derivar en una menor calidad de vida: “Hablamos de la desesperanza, la crisis de angustia, crisis existencial”. En ese sentido, argumenta, se estaría describiendo un tipo de manifestaciones un poco más existenciales. Asimismo existen aspectos espirituales y hasta religiosos: pérdidas, duelo, muerte.
“Hablando del aspecto emocional del cáncer, según la literatura y la investigación, se observa más en los pacientes la ansiedad, la depresión, estrés postraumático, el miedo a la recurrencia. Este último lo estaríamos revisando en pacientes en vigilancia, que terminaron su tratamiento primario y que luego se encuentran recibiendo atención constante con estudios de control, justamente para que la enfermedad no regrese, y si regresa poder atenderla de manera oportuna. Y, bueno, toda la angustia, el miedo y la preocupación que causa ese momento se están investigando y se ha visto que en los pacientes es clínica y científicamente significativa”.