Por Eduardo Corsario
Discriminación, rechazo y segregación han vivido niños y adolescentes con condiciones neurológicas distintas a las catalogadas como típicas− neurodivergentes− en el estado de Veracruz por parte de instituciones educativas privadas, a pesar de las campañas de inclusión estudiantil desde la ciencia y la sociedad.
Visibilizar y fomentar la toma de conciencia educativa, académica y social ante infancias que presentan estas condiciones ha sido el objetivo profesional de Ana Lorena González, psicóloga infantil y terapeuta de juego, del Centro de Desarrollo y Salud Mental Kokorilo, ubicado en Xalapa, Veracruz. Desde tales trincheras, actualmente vislumbra una situación que va en contra del discurso en boga acerca de la lucha por la inclusión educativa en niñez neurodivergente, es decir, actitudes de rechazo y discriminación destilan por entre los recintos de algunas instituciones.
“Es una situación actual muy triste la que estamos viviendo diferentes familias: discriminación y segregación a nuestros chicos neurodivergentes. ‘Si no me deja el pañal, ya no puede venir’. Desde su condición, dejar el pañal es uno de los logros que más tardan en llegar. Limitarle el acceso a la educación es pasar por encima de los derechos del niño. Es una institución privada que no puede hacer eso. Y esto ya se está replicando en todas las edades. Tenemos chicos adolescentes que se les rechaza, porque dicen: ‘No es bueno en el deporte que le gusta’. Sin embargo, él quiere seguir practicando. Es parte de lo que yo les digo al inicio de los diagnósticos: que vayan a hacer deporte. La misma escuela es la que dice: ‘No, no cabes aquí, porque no eres bueno’. Al contrario. Deberíamos abrazar las neurodivergencias y enseñarles a trabajar desde sus condiciones”.
El espectro autista, la dislexia, el síndrome de Tourette, el TDAH, la disgrafía, la discalculia, entre otras, forman parte del repertorio relativo a las neurodivergencias. Aproximadamente, de un 15 a 20 % de la población representa al sector que se ubica en esa característica en comparación con el resto que, desde la literatura sobre el tema, ha sido considerada como neurotípica. Aunque se ha dedicado la atención mayoritariamente sobre algunos casos específicos, como autismo, aún falta mucho por hacer y contribuir para su visibilización, entendimiento y, más que nada, su concientización.
Ha sido desafortunado no encontrar estos apoyos. A nivel federal está la USAER que tiene el programa Maestro sombra−estar a lado de la niñez que lo necesite. Realmente sí hay otros tipos de apoyo a los que no estamos acercándonos por sentir que es la institución privada.
Ana Lorena González / Kokorilo: https://www.facebook.com/profile.php?id=100063663996427&mibextid=ZbWKwL
Ella es una persona neurodivergente. Tiene espectro autista en grado uno: es asperger. Estudia educación especial. Es una chica que se esmera y proyecta ahínco y tesón a cada faceta de su vida. Ha superado muchas cosas que le ha tocado enfrentar. No obstante, ha recibido acoso por parte de sus mismas compañeras de escuela. Así expresa Ana Lorena un caso que tiene muy presente y del cual ofrece detalles y matices a nuestra sección de Ciencia y Tecnología. “Mi consejo fue que acudiera a las autoridades, pero esas autoridades fueron las mismas que le dijeron: ‘Es que tú no pones mucho de tu parte, tú no eres tan sociable’. ¡Pues claro que no! Es una chica neurodivergente. Estamos ante posibles maestras o una generación de maestras que ya vienen con la idea de hostigar, de señalar, de segregar al que es diferente, al que no se incluye, al que cuando habla, habla raro. Hay ocasiones donde no basta la calcomanía azul y el corazón, si no hay un entendimiento claro de lo que es vivir una neurodivergencia”.
Abrazar las neurodivergencias: el camino hacia el entendimiento y la empatía de las diferencias
Ser neurodivergente no es tener una enfermedad, sino más bien un tipo (entre otros tantos) de procesamiento de la información. Ana Lorena comenta ese transitar que una niña y niño con esta condición suele realizar en su día a día, en su cotidianidad; ella habla de sus matices, características y hasta las eventualidades en las que, a veces, se ven envueltos e impelidos. El camino para llegar a un determinado punto, en este sentido, no es igual que el del neurotípico. Implica−resalta la psicóloga− transitar por otras vías distintas, otros vericuetos diversos a los acostumbrados.
A diferencia de un camino que va de un punto A al punto B, ellos pueden perderse por entre los estímulos que el exterior presenta. El cerebro no ha perdido su capacidad de aprender. En lugar de tomar el camino que elige un neurotípico, explica, ahora toma otro que da más vuelta. “Cuando nosotros estamos platicando, nuestro cerebro está trabajando en el discurso que vamos a decir, el que estamos diciendo, las ideas y recuerdos que vienen, a la vez que escucha lo que viene del medio: la música afuera, el pasar de un camión, el ruido, el ladrido de un perro. Uno logra concentrarse manteniéndose activo en aquello que le interesa. En el caso del cerebro de un neurodivergente, lo que hace es perderse entre los estímulos, y empieza a transitar de la A a la Z, luego la Y, luego regresa a la M, luego a la B. Entonces pudiera tardarse un poco más. Es lograr el mismo proceso, pero da más vuelta”.
Comprensión y entendimiento en tanto familiares debe apuntalar el camino a la sana comunicación para con estos niños. “Debemos abrazar las neurodivergencias”. Ante el diseño de estrategias educativas desde el seno de lo familiar y escolar dicha fórmula no debe ser obviada. Es, ante todo, el primer paso. El cerebro neurodivergente se encuentra ante un mar de desborde emocional debido a la saturación de estímulos, los cuales suelen traducirse como sufrimiento o dolor muy intenso. Pareciera−y en eso radica muchas veces las malinterpretaciones o confusiones−que hay un chantaje de por medio cuando lo que se está pidiendo es un alarido de ayuda.
“Es bien importante entender que lo que hace el cerebro neurodivergente no lo hace por molestarnos. De repente tenemos la idea que los niños de chiquitos solo quieren atención. ‘Es que solo quiere atención de la maestra, es chantajista, solo lo hace por molestar, me está retando’. Este tipo de actitudes lo único que hace es cortar la comunicación y en lugar de abrirla y entender que la forma en como está procesando la información es la forma en como su cerebro lo hace. No tiene otra opción. Creo yo que el primer paso para acercarnos a una persona con una neurodivergencia sería entender que muchas veces ese cerebro está saturado de estímulos, de desbordes emocionales que lo único que nos quieren decir es: ‘¡Ayúdame! ¡No me puedo contener!’”.
Ana Lorena destaca, desde su experiencia en atención, que aún falta mucho camino por recorrer al respecto de la socialización y apropiación del conocimiento de las neurodivergencias. Se han abierto algunas vías de acción, algunos puertos, pero no son los suficientes. Sobre todo, cuando la intención es llevar estos saberes a la sociedad, a las familias y a las instituciones educativas para un entendimiento de estas condiciones. “Todavía nos queda muchísimo por investigar, por aterrizar. En esta cuestión de las neurodivergencias estamos muy en pañales. Apenas comienza a abrir la cuestión, por ejemplo, del autismo, de los niveles del autismo, pero también hay otras condiciones que no se conocen tanto como los trastornos desintegrativos. También la idea según la cual el TDAH no existe y hay adultos que dicen ‘Yo lo vivo, aprendí a manejar mi vida con este TDAH. Debemos avanzar en esta dirección”.