EL DUELESER

EL DUELESER 1
EL DUELESER 2

¡Existiendo! Veo ya tu imagen: un Segismundo.

Tú y tu temblar encogido en la sombra

de este rincón angustioso de ser,

tiritando, como palomo herido en fría mañana.

¿Qué no sino verdades de fatalidad

te ha dejado esa muerte lenta que es la vida?

Si entra luz por tus grietas

se ve el bicho- el dueleser

que agazapado, como oscuridad te duerme ahí.

Ese dueleser durmiente apresa gravoso la bellazul

(que años hace ya del clima de mi corazón del que hablo)

luz de mi esperanza.

¡Ah! La luz de mi esperanza

día a día malvenida

como a la del sol malviene el condenado

en el día y la hora,

cuando al amanecer, sonando diana,

morir de fusil le toca

de seis de la mañana.

Toda mañana siguiente es la unamás

[última

como todas]

para mi corazón condenado

que en todo amanecer se muere

y la esperanza (puta madre)

es cadáver que alimenta los gusanos de nostalgias.

Lo sabido: existir,

no hay existir (o si quieren, libertad)

que no conlleve una condena

para el corazón hecho grietas.

¡Corazón vestigio!

La verdad (colmillo del dueleser)

te ha de roer.

¡Corazón ajado!

Escudo dañado,

mil batallas te enseñaron

la virtud de resistir más.

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