¡Existiendo! Veo ya tu imagen: un Segismundo.
Tú y tu temblar encogido en la sombra
de este rincón angustioso de ser,
tiritando, como palomo herido en fría mañana.
¿Qué no sino verdades de fatalidad
te ha dejado esa muerte lenta que es la vida?
Si entra luz por tus grietas
se ve el bicho- el dueleser–
que agazapado, como oscuridad te duerme ahí.
Ese dueleser durmiente apresa gravoso la bellazul
(que años hace ya del clima de mi corazón del que hablo)
luz de mi esperanza.
¡Ah! La luz de mi esperanza
día a día malvenida
como a la del sol malviene el condenado
en el día y la hora,
cuando al amanecer, sonando diana,
morir de fusil le toca
de seis de la mañana.
Toda mañana siguiente es la unamás
[última
como todas]
para mi corazón condenado
que en todo amanecer se muere
y la esperanza (puta madre)
es cadáver que alimenta los gusanos de nostalgias.
Lo sabido: existir,
no hay existir (o si quieren, libertad)
que no conlleve una condena
para el corazón hecho grietas.
¡Corazón vestigio!
La verdad (colmillo del dueleser)
te ha de roer.
¡Corazón ajado!
Escudo dañado,
mil batallas te enseñaron
la virtud de resistir más.
Mui buena reflexión. Felicito a ti gran poeta
Muy bonita, y triste. Pero cierto.