Epígrafe robado:
En Acayucan, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Neftalí Román García, a quien tanto quería.
Tengo la risa quebrada
y aquellos ecos de la infancia se duelen
allá, por las calles
donde reímos montados en bicicletas.
Si busco entre el mundo hay la soledad de mi corazón
Llorando privado del amigo.
Y la muerte, vencedora y cierta
Que empapa al alma con su ausencia
Deja frías y desoladas las risas de mi existencia.
Las risas de la vida,
en que tantas veces nos colgamos,
Gordo, hoy sufren apagadas como rayo atrapado
En la cajita donde vengo a verte todos los días.
Pero si de espíritu moras ahora,
No es verdad que estás, entonces,
reducido en triste caja, amigo;
pues andas por mi corazón
Volviendo en otras formas.
Qué acierto tuyo dejar en tu hijo la sonrisa.
En que vea a Dylan, sabré que contigo me río, amigo.
Y Camila, quien lleva la ternura que eras
Dibujará en sus brazos un cariño
Y sentiré, mi amigo, al abrazarla,
Que en el corazón de tu hija
También me abraza tu presencia.
Pongo este poema, como dos monedas,
en tus ojos,
Gordo, para el barquero.
Ve en paz hermano
Que por ahí deben ir los que son amados.