ÉRASE UNA VEZ EN MAYO

ÉRASE UNA VEZ EN MAYO 1

LA BALADA DE ISABEL

Érase una vez en mayo 

donde fuera lo dejaste

del contorno de tus mientes, 

de tus ojos escoceses,

mi Castaña

al deseo que nos juntaba. 

Érase una vez en mayo

En que encontré se diluía

El amor que me tenías

Con lágrimas que auguraban, tibias

Tus ojos zarcos

Mi Castaña.

Érase una vez en mayo

De que ya no pertenezco 

a tu mirada y su fuerte rayo

ni a su sendero de luz inmenso  

así advertían también tus rizos,

los castaños 

fustigando en la parda tarde

con el viento suave.

¡Qué para siempre gris recuerdo!

Érase una vez en mayo

Que tiznado el plomo día se aparecía

¡Ay! Castaña

no me des más así en el alma!

Te decía

Pero..

– ¡No te quiero ya en la mía! –

Repetías entristecida

Érase una vez en mayo

¡Ay!

Cruentas Verdades

estas veces de la vida

Como este amor,

Que siento ahora

¡Oh! Mi Castaña

como herida en verso 

En el grande lienzo  

De mi plomo cielo

con la parda tarde.

Érase una vez en mayo

Que el tranco en mi caballo 

Arrendado de mi mano hacia el abismo

de una izquierda despeñada

tensando pescuezo y patas ¡Amigo!

de la muerte me cuidaba.

“La Castaña no ha querido”

resoplido en resoplido

se oía que lamentaba 

en incesantes zancadas

mi caballo amigo

y, otrora el viento frío con su silbido 

retumbando de los cerros las espaldas

también con su eco carcomía

tal frio lamento

aquella vez de mayo

por las cuevas de mi alma: 

Que el amor no da certezas

¡cruento es, peligro constante! 

Ya te enseña ahora la vida 

Vaquero triste y solo

Solo y triste vaquero

¡Deja atrás tal mayo!

Haz del suelo a levantarte

en la herida abierta de la parda tarde. 

Y la herida acá donde te llevo, 

si acaso no haya de matarme; 

con pólvora y con cuchillo 

austero sanaré

refugiado allá en mi verde valle.

Que me quede el corazón sangrando 

¡Nunca vayas a buscarlo!

que curaré con verde,

con soledad, con bosque

con abierto valle 

a canción, a pólvora, a cuchillo

a poemas cauterizando.

Érase una vez en mayo

¡Ay! Mi corazón dolido

Irá cantando

cuando en verso herido cante: 

Rudo rodeo de la vida

 ¡Enamorarse!  

Rudos 8 segundos

¿qué me duran? 

¡si rutina ha de ser la vida

de potros cerreros caerse y levantarse! 

Y no, no apresuraré mi cabalgata

como huida en esta parda tarde,

pues… 

para el sino de mi corazón

sanaciones apuradas ya no valen.  

Florecer dejaré tal desamor

que voy saboreando a bocanadas

y extendiéndose tal naciente luna

azul y amarga por mi alma.

¡Espera un poco ahora! 

Dejemos que el sol se apague,

que pasee tranquilo el tiempo,

dalton y, después, 

con él nos habremos ido, 

caballo viejo amigo, 

por la herida de la parda tarde. 

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