VUELTA II

Como si fueras la rosa oscura,

niegas necesidad del sol.

Hay falsedad asomando en tu aparente calma

morena de ilusoria paz.

Enmudeces serena entorno a la tempestad

y no se vea, así, aquella espina del mundo

que hirió tu corazón

y te hace llorar.

ÉRASE UNA VEZ EN MAYO

Y la herida acá donde te llevo, 

si acaso no haya de matarme; 

con pólvora y con cuchillo 

austero sanaré

refugiado allá en mi verde valle.

Que me quede el corazón sangrando 

¡Y nunca vayas a buscarlo!

que curaré con verde,

con soledad y bosque, 

a canción, pólvora y cuchillo;

cauterizando con algún poema 

¡Ay! Mi corazón dolido

cuando en verso herido cante

FELIPÍN Y SU ESPERAR A GODOT

Noche, sereno, frío. Trastazo de gotas lentas, gordas y deslizantes por el techo laminado bajo el cual, fumando yo y platicando él, soportábamos algo triste en esa oscuridad. Pueda que ser la soledad. La sola oscuridad.

Sobre el escritorio/ El arte de la novela

escritor “ingenuo” es aquel “que no se preocupa por los aspectos artificiales de la escritura”, en otras palabras, cuando escribe, fluye su escritura como un río en cauce, sin estar consciente de cómo dice lo que va construyendo y qué repercusiones tendrá. Por el contrario, los escritores “sentimentales” o reflexivos, son aquellos que se cuestionan cada frase, cada palabra, “se sienten fascinados por la artificiosidad del texto, prestan gran atención a los métodos de escritura”. Ninguno resulta mejor que otro, ni está mal que la balanza se incline más hacia un lado, sin embargo, para el autor, el oficio del novelista es “el arte de ser ingenuo y reflexivo al mismo tiempo”, un equilibrio entre los dos polos.