Me asomé al abismo.
Tranquilo el mar estaba ¡Raro!
como un espejo que ondulaba en armonías
vaivenes de agua.
Asomé desde los lindes del muelle que me soportaba.
Asomé, mientras arriba la azul noche
en su éter silbaba.
Asomé (confieso) trémulo
pues súbita,
inmensa profundidad oscura se oía que trepaba.
¡Oh! Misteriosa mota latente azul del universo!
¿quién adivinaría tu núcleo de bilis negra?
Asomé, no supe, lo supuse
algo movible allá abajo devolvía, sin yo verle, la mirada.
algo vivo
como noche total
en movimiento serpentino
que abajo agazapaba.
¡Qué experiencia del mundo!
La tenebrosidad acuosa del abismo
Inmensidad descendente a los misterios infinitos
Y…¡oh! de repente lo supe.
Que allá abajo
ondulante en armonías de vaivenes de agua
érame el mar de mis ojos espejo
érame el mar que mi soledad reflejaba.