Por Christian Leobardo Martínez Aguilera
¡Canta oh musa!
Viene a llorarme un río
herido en su cristalidad.
Tal niño viene a llorarme en el cobijo.
Y yo, ¡Ay! tan culpable, sin perdón,
ni qué decir o hacer para su consuelo.
Empero, háblole de esperanzas,
esas en que el efímero siempre
de paraísos es expulsado.
Y hablóle así mi corazón
hasta que triste, el río,
dormido ha en mi regazo;
soñando sonriente tal avatar de expulsión.
Viene a llorarme un río herido,
manchado en su pureza.
Y yo, yo en su lenguaje natura naturata;
aeda, en sus murmullos de agua,
lo he oído.
Bajen las lágrimas que lloro, dulces.
¡Corra mi río interno! raudo, cristalino
a fusionar con el herido río.
¡Poético cante!
Salga lo que es habla [don celeste]
Por sanar el corazón de un amigo río.
Bello poema. Te felicito noble poeta amigo.