Romper el estigma: Psicología, farmacología y divulgación en una lucha responsable contra la depresión

<strong>Romper el estigma: Psicología, farmacología y divulgación en una lucha responsable contra la depresión</strong> 1

Por Eduardo Corsario

Romper el tabú en las familias y la sociedad y promover la responsabilidad ética y profesional desde la investigación y la comunicación científica, para una correcta atención psicológica y psiquiátrica es parte de la lucha contra la depresión ante las cifras internacionales y nacionales que desatan las alarmas en la agenda científica en cuanto a la salud mental.

“Los psicoterapeutas y los psicólogos estamos entrenados y tenemos esa responsabilidad de saber cuándo no podemos tratar un caso, no solo de depresión sino de cualquier enfermedad mental. No todo se puede tratar con terapia. En algunos casos de urgencias psicológicas se necesita la intervención del psiquiatra. Debemos tener la suficiente honestidad para decir ‘este caso lo tengo que canalizar a un psiquiatra y si es posible seguir acompañando desde el punto de vista psicoterapéutico”. Esta es la perspectiva que comparte al apartado de Piscología y Neurociencias la doctora Consuelo Morgado Valle, del Instituto de Investigaciones Cerebrales (IIC) de la Universidad Veracruzana (UV), en el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, establecida por la UNESCO para sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la investigación y de las llamadas a la acción para combatir esta enfermedad.

Como individuos inmersos en diferentes contextos sociales−sostiene la académica y especialista en ansiedad y Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2021− es necesario comunicar esta información, hacer eco, pero sobre todo no tomar esta enfermedad a la ligera, reconocer la significación de este problema de salud y su gravedad. Es decir, alertar cuando vemos cambio en la conducta de una persona perteneciente a nuestro entorno. “Tomar en serio cuando las personas tienen pensamientos suicidas, contactar a la familia. Si hace alusiones a quitarse la vida debemos contactar a un familiar, a su círculo cercano y derivarlo inmediatamente a un psiquiatra”, enfatiza.

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Consuelo Morgado Valle:

  • Postdoctorado (Neurobiología). University of California Los Angeles. School of Medicine.
  • Doctorado en Ciencias (Neurobiología). Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Neurobiología.
  • Maestría en Investigación Biomédica Básica (Mención honorífica). Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Fisiología Celular.
  • Biología (Mención honorífica). Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Ciencias. 
  • Información tomada del Instituto de Investigaciones Cerebrales UV

Desde el punto de vista psicológico, explica Consuelo Morgado, una paciente que se encuentra atravesando un cuadro de depresión podría presentar problemas para dormir, pasar por pérdida de interés en algunas actividades que antes de esta afectación le interesaba realizar o disfrutaba hacerlas. En la circunstancia de un caso severo puede no lograr dormir, tener insomnio, lo cual implicaría que esté somnolienta durante el transcurso del día. En el caso de la depresión severa, con dos semanas en que haya pérdidas de interés en dichas actividades, que la persona no pueda ser funcional, que ya no consiga salir de la cama, en otros términos, que ya no pueda hacer lo que antes hacía, el psicólogo y el psicoterapeuta deben referir al psiquiatra.

“Estamos entrenados para identificar que se trata de un caso de depresión severa, ¿Por qué hay que referir al psiquiatra? Pues porque es un problema de la neurotransmisión. Se necesita, entonces, la intervención farmacológica. Ya existe un problema físico: el cerebro dejó de tener la neurotransmisión correcta, adecuada. En un caso de depresión leve, podemos brindar la terapia hablada para darle, sobre todo, herramientas de autocuidado, encaminadas a que modifique sus conductas y evitar que progrese a una depresión severa”.

La intervención farmacológica es un tema que debe ser aclarado debido a la mitificación que circula en el acercamiento social a la atención. No se debe abusar de la medicación y dejar a un lado, al margen, a la deriva, la terapia. El proceso de la intervención farmacológica no es a largo plazo, debe ser acompañada de un tratamiento psicológico. La farmacología− añade la psicoterapeuta y neurocientífica− se utiliza para modificar la química que se está transformando: disminución del tamaño del hipocampo, problemas cognitivos, disminución de la corteza prefrontal, de la amígdala. Pero a su vez lo contrario también tiene sus consecuencias perniciosas a la salud cerebral. No tratar los casos severos farmacológicamente, detalla, también pueden generar cambios físicos en el cerebro a largo plazo. “Los fármacos son para ayudar a que el cerebro reestablezca su propia fisiología, su neurotransmisión”.

La depresión es una enfermedad con demasiada recurrencia en todo el globo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que dicha afectación tiene impacto en un 3,8% de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años. “A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas tienen depresión. La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave. Puede causar gran sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 700 000 personas. El suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años”. Se lee en la OMS : https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression#:~:text=La%20depresi%C3%B3n%20es%20una%20enfermedad,personas%20tienen%20depresi%C3%B3n%20(1).

La situación sanitaria se recrudece en las regiones de bajos y medianos recursos financieros. Las personas que necesitan una intervención clínica−aproximadamente más del 75%− no logran recibir un tratamiento adecuado, a pesar de la literatura en el tema y la socialización de los saberes y la investigación reciente al respecto de este y otros problemas de salud mental. “Entre los obstáculos a una atención eficaz se encuentran la falta de recursos y de proveedores de atención de salud capacitados, además de la estigmatización asociada a los trastornos mentales. En países de todo tipo de ingresos, las personas que experimentan depresión a menudo no son correctamente diagnosticadas, mientras que otras que en realidad no padecen el trastorno son a menudo diagnosticadas erróneamente y tratadas con antidepresivos”, alerta la OMS.

En el Plan de Acción sobre Salud Mental 2013- 2030 de la OMS se establecen las etapas requeridas para ofrecer intervenciones adecuadas a las personas con trastornos mentales, en particular con depresión.

Respuesta de la OMS ante la depresión

https://www.who.int/teams/mental-health-and-substance-use/treatment-care/mental-health-gap-action-programme

Para Consuelo Morgado, actualmente existe toda una especie de tabú que rodea la búsqueda de ayuda tanto psicológica como psiquiátrica: “es todo un estigma”. Desde su rol como investigadora de estas cuestiones de carácter social considera de importancia mayúscula, categórica y urgente el difundir toda la información en cuanto a los temas de salud mental y saber que no debe ser considerado un estigma. “Sí hay un cambio real, fisiológico en el cerebro. Es un tanto como enfermarse de otro órgano. Si a uno le da dolor de estómago es algo real, algo físico, vamos a ver a un médico. Si te duele el hígado, también te atiendes. Es un poco también con estas enfermedades mentales. Lo que está enfermo es el cerebro. Lo que uno necesita es ayuda. La atención tiene que ser farmacológica, en ese caso”.

Cansancio, pérdida del sentido en el día a día, de la cotidianidad, de los proyectos de vida y actividades, tristeza profunda, entre otras características matizan la depresión como un problema de salud pública que interpele a la sociedad y a miembros de la comunidad de investigación en psicología, medicina y neurociencias (entre otras áreas) y que hoy en día, sus cifras a nivel internacional cruzan sin dificultad alguna los linderos de la emergencia psicológica. Iniciado este 2023, la indagación sigue abierta. Pero los casos aumentan. La academia, las clínicas y la divulgación aún tienen mucho que descubrir y aportar desde las trincheras de los laboratorios, las aulas y los medios de comunicación para romper de una vez y por todas el resistente estigma y la mitificación social.

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Divulgador y periodista de ciencia y tecnología, miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia y editor de la sección Ciencia y Tecnología en Revista Cronopios y Divergencias

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