Tanatoturismo: La monetización de la desgracia humana

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Yesli Lara Hernández

El tanatoturismo o turismo oscuro es una tendencia que ha cobrado fuerza en los últimos años, se trata de un acercamiento a las zonas que han formado parte de algún desastre natural, químico o humano. Algunos ejemplos del tanatoturismo que podemos encontrar en Latinoamérica es el Narcoturismo en Colombia, es un recorrido por la vida de Pablo Escobar en Medellín, donde se puede apreciar los lugares donde Pablo Escobar disfrutaba de fiestas extravagantes y hacía negocios y murieron muchas personas, algunas inocentes que no estaban relacionadas con el narcotráfico, algunas que fueron ejecutadas por alguna traición o acción que iba en contra de uno de los narcotraficantes más controversiales del mundo. O bien se puede hacer una Caminata nocturna en México con un Tour que simula un cruce fronterizo ilegal. Donde puedes vivir la experiencia de ser asaltado, amenazado y el cansancio de caminar por el desierto por horas para cruzar la frontera, sin poder llegar porque te atrapan los policías o narcotraficantes, todo esto de manera simulada para poder sentir todo lo que pasan las personas que intentan pasar por la frontera de México- Estados Unidos.

Para los más arriesgados podrán visitar Chernóbil o Prípiat, además de muy intenso por todo lo ocurrido ahí, es muy peligroso, ya que en muchos lugares de la zona todavía hay niveles de radiación muy elevados que podrían dañar a los tanatoviajantes.

Y uno de los lugares más conocidos es Aokigahara, el bosque del suicidio de Japón. Conocido por ser de los lugares donde las personas deciden ir a quitarse la vida, tomando en cuenta que Japón tiene el tercer lugar a nivel mundial en la tasa más elevada de suicidios, su estructura favorece a que los cuerpos sean difíciles de encontrar y difícil de detener al acto suicida. Y ya han tomado ´´medidas´´ para concientizar e intentar que los suicidios en este bosque disminuyan, como poner un letrero: «Pensemos una vez más en la vida que te fue dada, tus padres, tus hermanos y hermanas, y los niños. No sufras solo, antes, contacta a alguien», dice un aviso en una de las entradas del bosque, que incluye un número telefónico para pedir ayuda. Pero visitar este bosque siempre tendrá el misterio de no saber si te encontrarás algún cuerpo de alguien que recién se ha suicidado.

Pero esto de ir en búsqueda del dolor no es algo nuevo, al parecer siempre ha sido atractivo conocer la parte ominosa de la destrucción. En la Edad Media, se trasladaban para ver cómo ejecutaban a una persona en público, movidos por el morbo y la curiosidad, asociados con dolor y muerte.

Actualmente el tanatoturismo está cobrando fuerza, personas privilegiadas que no les ha tocado presenciar escenarios tan violentos recurren al turismo oscuro como una manera de descubrir la historia y tomar consciencia del lado más doloroso y oscuro de la humanidad. Tiene su parte positiva de poder darle visualización a las victimas de los desastres, del narcotráfico y de la vida. Y así poder redescubrir la historia. Y a la vez tiene su vista trágica; el ver cómo el capitalismo es capaz de monetizar hasta las desgracias humanas.

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