por Christian Leobardo Martínez Aguilera.
I CARTESIANISMO MORENISTA
René Descartes se preocupó por la siguiente cuestión ¿cómo puedo tener certeza? ¿dar con algo de tal modo que no se pueda dudar de ello? Que más allá de una verdad, se pudiera conocer algo con certeza. Descartes desarrolló un método a través de la duda (la duda metódica), ésta consistía en cuestionar todo aquello de lo cual pudiera dudarse con el objetivo de obtener verdades indubitables. El peso y significado del método cartesiano y su impronta en la historia de la filosofía, del pensamiento científico y del pensamiento en general es histórico, pero no es lo que me interesa en este texto. Lo que me interesa aquí es resaltar la actitud de Descartes frente a todo aquello que, para él, de buenas a primeras parecía ser habitable como verdad o conocimiento: la tierra dejó de ser plana, se ensanchó el mundo hacia las Américas, se hace evidente a través de la inversión copernicana el paso de un modelo geocéntrico a uno heliocéntrico. La biblia dejó de explicar como tal el mundo de la naturaleza. Todo aquello que fue verdad, y se tomaba como tal, sin mayor cuestionamiento, de pronto, dejaba de serlo.
Había una crisis no de la verdad y lo verdadero, sino del modo de obtenerla. Es por ello que pensadores como Galileo Galilei y Descartes se dieron a la tarea de construir (para la época) el novedoso método, reglas, o direcciones del pensar para garantizar que lo que se tomara como conocimiento, fuera verdadero y, además, indubitable. La verdad no podía serlo en cierto momento, y en otro no. El sentido de lo Moderno en esta etapa de la filosofía viene a radicar precisamente en la novedad de crear un método para llegar y acceder a la verdad. La verdad no era algo revelado como en el pensamiento escolástico y cristiano, sino algo a descubrir: la verdad en correspondencia con lo observable. Y esto observable medido a través del garante de certidumbre que daba la matematización de la naturaleza.
Han pasado 386 años desde que se publicó el Discurso del Método, y yo me pregunto ¿serán cartesianos los funcionarios públicos y la presidenta esa de este país que se llama México? Es decir, dado lo visto en las últimas semanas en nuestro país “dudar de lo real” por parte del discurso oficial del Gobierno mexicano ante el hecho de las desapariciones forzadas ¿cómo se ha podido crear un estado de la cuestión tal que algo evidente y factico pueda hacerse pasar por mero dato y fragmento desvirtuado y aislado que termina no teniendo nada que ver con el problema de inicio que se intenta resolver? Respuesta: sistema-mundo: corrupción, pactos de impunidad e incompetencia policial y gubernamental. México.
Por ejemplo, la respuesta que dieron las autoridades mexicanas al problema aterrador de lo acontecido en el rancho Izaguirre en Teuchitlán Jalisco fue variando conforme reaccionar más que escuchar a diversos colectivos de madres buscadoras y medios de comunicación (independientes los más) que denunciaron manipulaciones y malos manejos del caso para una correcta resolución.
Sin embargo, pienso que incluso la resolución del caso, que conlleva atrapar responsables, y erradicar tal fenómeno de desapariciones forzadas en nuestro país (se dice fácil, pero sé que no) pasaría a segundo plano ante lo urgente: encontrar a los desaparecidos, tanto a los vivos, como a los muertos, atendiendo (si es que hay verdadera voluntad política para la resolución radical del problema) las voces de los padres y madres buscadoras que han mostrado una dignidad enorme para organizarse y llevar a cabo aquella labor que ha dejado de hacer el Estado.
El Estado por su parte, desde su vocera oficial que es la actual presidenta, pareciera que, no siendo inocente, ni ignorando el país en que vive, va midiendo su actuar y decir, preparándose cada vez más, con el mismo discurso: “la realidad es lo que digo yo, la realidad no es real, lo real es nuestro mesianismo, la realidad es que la oposición construyó todo para desprestigiar la autodenominada transformación de cuarta (ah no, perdón, así no dice, es: cuarta transformación). Es más, la realidad no tiene derecho a aparecer, pues yo tengo otros datos” dejando de lado lo importante aquí: las desapariciones y la crisis humanitaria que atraviesa nuestro país con tantas muertes por desaparición forzada, en el ya evidente y presente modus operandi de los campos de exterminio.
Sin embargo, aún para ir más lejos, las voces de los colectivos de madres y padres buscadores y buscadoras ha sido, más que ignorada, vilipendiada y hecha a un lado por una intención política del Estado mexicano que sigue en la lógica de que, todo aquello que sea crítica y señalización de responsabilidad directa es visto como ataque orquestado por la oposición.
Más de lo mismo que se inició desde el gobierno de Andrés Manuel López Obrador: autodenominación de mesianismo político, intolerancia a la crítica y una ridícula ubicación histórica y social para interpretar la realidad del país que se gobierna utilizando indiscriminadamente y mistificando innumerables conceptos usados por la tradición política de izquierda que no van (noten nomás cómo entiende o usa el concepto de neoliberalismo), realmente, con la autodenominada y, por demás ridícula izquierda morenista.
Por otro lado, aplicando un gramo de pensamiento crítico, es algo cada vez más notorio a simple vista y desde el sentido común, que el discurso oficial de las autoridades mexicanas en todos sus niveles no goza de credibilidad. Pareciera como una crisis de la veracidad que se agudizada cuando las autoridades mexicanas tienen que rendir cuentas a los ciudadanos de ciertos acontecimientos dolorosos y deleznables, y que lejos de asumir su responsabilidad o intentar solucionar, se enfrascan en un posicionamiento donde lo único que importa es demostrar que tales autoridades no son responsables.
La narrativa, primero, de que en México no hay desapariciones forzadas, y quien lo diga, es porque está en contra del gobierno y de la trasformación de cuarta y no tiene nuestros datos es profundamente demencial y trágica. Así, el lenguaje se vuelve importante para entender la realidad. El filósofo Ludwig Wittgenstein decía “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”; la narrativa de las autoridades mexicanas y su posicionamiento oficial niega con sus narrativas algo tan evidente como las desapariciones forzadas. Se niega, por ejemplo, que haya habido hornos y que sea un campo de exterminio. Se culpa, en una primera etapa, a las autoridades locales y, a partir de la presión de diversos medios de comunicación y colectivos de madres buscadoras las autoridades mexicanas ocupan deslindarse de toda responsabilidad para poder seguir sosteniendo su discurso de: nosotros, nosotras somos los buenos, las buenas.
Es lamentable que un problema de crisis humanitaria y que implica muertes en condiciones horrorosas y desapariciones forzadas con un volumen alto y cotidiano se lleve a una dimensión de interés político. ¡Hay desaparecidos y desaparecidas! ¡Gente muriendo en condiciones terroríficas ¡Madres y padres buscando seres queridos! Y lo único relevante aquí, es que el gobierno federal no era culpable ¿Cuál es la intención de este ejercicio? Porque es increíble que lo que se esté discutiendo ahora (yo incluida) es si hay o no desapariciones forzadas.
¿A eso debe reducirse la discusión? ¿Eso es lo que las autoridades pueden ofrecer? ¿Por qué y cómo nos han hecho dudar de la realidad? ¿Qué credibilidad podemos confiar a un discurso oficial de las autoridades cuando impone ciertas interpretaciones que niegan aquello que podemos denominar como lo factual de la situación? Resabios prácticos del “tengo otros datos” entonces, ¿dónde está la verdad si se parte de una negación de condición de la realidad?
Es una constante de los gobiernos corruptos hablar del pueblo, de su bienestar, usarlo como eslogan de sus campañas e introducirlo como prioridad en sus discursos políticos. Es una praxis política pinche (a la mexicana): hablar del pueblo y de asesinarlo. Sabemos que las costumbres políticas en México, a veces son expresión de ciertas violencias, y protegen, en tanto lo establecido, el abuso y la impunidad. Las autoridades mexicanas consideran que las buscadoras que informan distinto a las narrativas de las autoridades son una especie de enemigos del gobierno, no es la postura que tendría alguien que quiere resolver, porque tal, escucharía todas las voces.
II TODOS HE. NO HAY NINGUNO NO.
Necesito al criminal como apoyo para llegar al poder. Al corrupto, al que tiene conectes, al que me garantiza acarreados y al que sabe cómo funciona la cosa. Necesito entrar al sistema, modernizar los mecanismos de: dar para recibir votos. Colorear todo lo oficial de mi color, renovar el discurso con mis frases inventadas; populachear, generar discurso oficial tomando como bandera el mesianismo que raya en lo religioso a través de eventos teatrales, baños de pueblo y genuflexión ante las estatuas de mis héroes patrios y ante el autodenominado salvador que vino a cambiar todo, según él. Sin ellos, sin MORENA, estaríamos peor. Y ahora que seguimos muy mal, la realidad debe callarse. La realidad es lo que digo yo, le dicen a los colectivos que buscan a sus desaparecidos, nosotros tenemos otros datos. Usa frases esa presidenta suya (se los juro, la he visto y oído en sus mañaneras) del tipo “el pueblo de México ya despertó. Ya no estamos en la época del neoliberalismo y de la corrupción» Y con todo el fracaso que la educación básica y media superior siquiera implique para el promedio general, sin pensamiento crítico, qué más podemos tomar por verdad si no este tipo de apariciones matutinas que simulan ser información y veracidad y compromiso para con un pueblo.
Yo soy bueno y buena y no soporto que critiques mi bonanza dicen los MORENOS. En una historia donde yo soy el bueno, todos los demás son los malos. La ONU desconoce que después del priismo y el panismo, llegó AMLO a solucionar las cosas. Quien no conoce a AMLO desconoce que él es el camino, la verdad y la vida. Nadie viene a la verdad si no es por AMLO, nadie va al bienestar si no es por MORENA.
Y vuelvo a la frase. Esa que le escuché (en una mañanera y no recuerdo cuando) a esa presidenta de ese país que se llama México: el pueblo de México ya despertó. Y la veo, sí, tomar como bandera de discurso al pueblo (que vaya a saber qué sea eso) pero aquél, al real, y que anda en los rincones apartados; y que busca en fosas clandestinas a sus hijos, hijas y familiares, a ese, que no es ni abstracto ni acarreado, a ese lo mata, le deja impune su injusticia, lo ignora, lo borra, lo anula, lo violenta, lo abandona. Tomen por caso cualquier tema en este país: educación, salud, trabajo, garantía de seguridad. Todo, cualquiera, atraviesa por crisis y por la calle de la amargura ¿Qué se han dedicado, entonces a hacer los funcionarios y los pagados por gobernar? ¿Qué me interesa, entonces, como funcionario público o pública si es evidente que no hago mi trabajo? ¿Qué me interesa como presidenta de la nación? Preguntas serias.
Es como cuando en un retén de cualquier kilómetro en cualquier carretera federal de este país te intercepta la fiscalía, y te dice, estamos cuidando. Años y años llevan con sus retenes, y el crimen organizado, y el tráfico de drogas van al alza. No hay culpables, no hay detenidos y no se erradica el narco ¿Entenderá, pensará el funcionario con su capucha y pistola que lo que hace no sirve para nada? ¿Entenderán lo absurdo y risible de la cosa? Obvio que lo entienden. Pero para eso les pagan, para entender y no hacer nada. Simular. El crimen organizado y sus tentáculos han infiltrado, bueno, más que eso, se han asociado (años ya, desde siempre) con la clase política mexicana. Y con los altos mandos del ejército y demás instituciones militares y policiales, ahí está el caso más reciente y más grave y más sabido de los últimos años: Cienfuegos.
Se dicen los MORENOS. Llego al poder. Si destapo algún caso de impunidad y le intento dar justicia, mi partido, mi rostro, mi gobierno queda mal. Porque ya toda esa podredumbre pertenece a él. Mas bien, yo pertenezco a esa lógica, a ese modo de hacer política y ser político en México. Si acaso soluciono con voluntad política y justicia algún caso de impunidad o injusticia, estoy yendo contra los intereses de los que me pusieron ahí. Estoy yendo contra el sistema que se sostiene con corrupción, violencia y total y ridícula desinformación.
Pero todo eso ya se sabe.
Lo que no paso a creer, dijera el Piporro, es esto que vengo viendo ahora en otro ámbito: lo de los candidatos y candidatas a jueces y juezas. Sus modos de postularse e intentar convencer a los votantes, son, si no fuera tan triste, risibles. No cabe duda que este sistema se ha vuelto mundo. Y este mundo, funciona con ciertas categorías y formas establecidas ¿Han pensado estos chicos y chicas postulados a jueces la trampa del poder? Es decir, simular una democracia, en donde supuestamente elegirá el pueblo de México por primera vez en su historia a sus jueces y magistrados. Claro que lo saben. Lo saben bien estos chicos y chicas. Pero quieren un buen salario. Necesitan asegurarse carrera política. Van pensando en trepar. Ya van encarrerados en esa forma, esos modos, ese sistema, ese mundo de ser y hacer política. Vieron en el socavamiento que se ha hecho al sistema de justicia, una oportunidad de mejor trabajo, mejor sueldo, mejor trepadero para ser y hacer política. Porque como dice Chico Torrecilla, un señor de allá del rancho: “Todos he. No hay ninguno que no. Hasta el más pendejo anda ahí por dinero”.