El tiempo en el poema está a dos dimensiones de existencia desde el yo poético. Es un niño (quizás un fantasma como lo son en la Comala de Juan Rulfo) que ya sabe lo que ha vivido de grande. No es el adulto a conciencia que se vuelve niño otra vez, desde la añoranza y la nostalgia, no. El yo poético es el niño que no crecido aún, pero que sabe lo que ha vivido de grande ya. Sabe lo que va a vivir. Si de alguna manera es la vuelta a la niñez, esta nostalgia del César Vallejo adulto se hace figura encarnada en el infante, que no ha podido hablar desde otro lado, y menos desde el tiempo ido, sino desde asumir el presente de un niño nostálgico que deja entrever el peso y el dolor de tener que vérselas paras siempre con la soledad y la orfandad.
El asunto, temas y el despliegue del yo poético en el poema III en Trilce es a mi parecer muy parecido a un instante podido haber ocurrido en la Comala de Pedro Páramo. Claro que la cronología de los tiempos vería ilógico que Vallejo fuera rulfiano. Podría pensarse que Rulfo, sí, fuera Vallejiano. Pero no creo que sea el caso. La cuestión tiene que ver más, y radica en el hecho de compartir cierto horizonte, ritmo, sonido, concatenación de palabras y sentidos muy peculiares de frases y expresiones coloquiales de las distintas ruralidades que surgen después de las independencias de los países latinoamericanos:
«Cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía
se han espantado tanto»
El yo poético en Trilce III es el de un niño, y el asunto y los temas tratados versan sobre la nostalgia ya de la infancia, sobre la soledad y el recuerdo; por ello, dicho niño es ya, como un venido del futuro; sabe lo que ya ha vivido cuando grande. Y ese saber lo que no ha pasado, y asumirlo como vivido, aunque apenas es proyecto, es una constante de Vallejo en Trilce como ruptura del tiempo coloquial y simple. El yo poético vallejiano no habita solo desde un presente simple, sino que asume lo sido y lo proyectado como parte de su ser y sentido de la existencia.
“Las personas mayores
¿a qué hora volverán?”
Todo ha pasado ya en Trilce III, pero no deja de volver a pasar, justo como aquellas voces y apareceres, así como sonidos entre los corrales, calles y casas de la Comala rulfiana. En Trilce III la madre y Miguel han muerto. Aguedita y Nativa para el presente desde el que se escribe, ya son adultos.
«Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad»
Por eso es necesario que quien hable en el poema, sea el niño, que habla desde el presente fantasma de un infante que adivina, vislumbra la nostalgia
“Llamo, busco al tanteo en la oscuridad
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo»
El yo poético en el poema es el único quedado en la niñez, y encuentra en ello el agravio de aquellos mayores que no vuelven:
«las personas mayores
¿a qué hora volverán?»
Que en versos más adelante dice:
«Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros
no pudiésemos partir»
El prisionero del recuerdo, nostalgia y del poema, es el yo poético del niño asustado en su soledad consciente de ello para siempre.
TRILCE III
Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.
Madre dijo que no demoraría.
Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.
Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito de todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe de ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.
Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros
no pudiésemos partir.
Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.