Una niñez roboticista en Xalapa: el camino hacia una educación tecnológica

Una niñez roboticista en Xalapa: el camino hacia una educación tecnológica 1

Por Eduardo Corsario

Cada sábado las puertas del Instituto de Robótica de Xalapa A. C. (IROX), se abren aproximadamente a las 10: 00. A esa hora inicia la adquisición de conocimientos mediante la práctica, el quehacer, más allá de la dinámica clásica y tradicional−no siempre viable−de apuntar en una libreta lo explicado en el pintarrón. Tan solo al entrar al laboratorio se presentan a la vista unas mesas, un par de instrumentos digitales, piezas robóticas, prototipos y modelos, y un arsenal de material de trabajo (difícil es describir cada uno con opulento detalle debido a la variedad) logran ser primordiales a la puesta en marcha de la atención periodística especializada en Ciencia y Tecnología (CyT).

Niñas y niños (unos más grandes que otros) acuden a este espacio tecnológico. Su proceso de asimilación de conocimientos es individual y a la vez colectivo. Ellos, al parecer, buscan aprender de esta disciplina, y poco a poco echar a andar− luego de un proceso de imaginación, intelecto y creatividad− sus ideas y aportaciones: la construcción de robots. Algunos llegaron a la robótica por películas que vieron, por series de televisión o personajes de alguna historia de libros y narraciones que familiares les contaron; en otros casos su interés se basa en acercarse a la CyT y saber cómo funciona y qué aportaciones trae consigo a la vida misma, al día a día, a su contexto social.

Para algunos, la robótica ha capturado su emoción y entusiasmo, pues han conseguido armar sus ideas hechas realidad más allá del solo cauce de la imaginación o del “quizás”. “¿Por qué no realizar una actividad donde pueda convivir con otras personas? Fue la pregunta que surgió en la mente de Marbella poco antes de iniciar sus clases en IROX. Buscaba complementar sus actividades escolares y, desde esa perspectiva, sus padres emprendieron la tarea de hallar cursos para ella. Todo esto nos comenta Marbella, haciendo memoria −tal vez− de esos momentos decisivos que con el tiempo compartirá como fundamentales para su formación en estas líneas y áreas de la CyT.

“Mis papás comenzaron a buscar cursos y encontraron este Instituto. Cuando vine la primera vez me emocioné mucho. Desde entonces, he estado muy feliz aquí trabajando. Me gusta mucho venir. Mi robot se llama Charlie y tiene unos bracitos que sabe mover. Habla un poquito. Tiene una compuerta que abre. Normalmente, si le colocas unos colores, unos se hacen para enfrente, otros para atrás y con otro se puede girar, se puede mover”. Este es el trabajo de la alumna de IROX, quien poco a poco va incrementado su interés por esta disciplina. Actualmente se encuentra en el proceso de colocar más funciones. Su objetivo por ahora es construir un carrito de súper que le permitirá disparar una pelota. “En el futuro me gustaría avanzar más con el robot, colocarle otras funciones”.

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De repente, muy sigilosamente llegó Fernando. Tomó asiento para nuestra charla. Para él, por su parte, el interés que despertó en su persona para su acercamiento a esta área tuvo que ver con el cine. A partir de ahí quiso intentar incursionar en estos saberes tecnológicos y ver si era posible probar en él (Así mismo) las habilidades de un roboticista. “Primero conocí la robótica en las películas, luego conocí el trabajo que hacen los mecánicos, luego supe más de los robots y la programación. Entonces mi cabeza pensó: ‘Oye, todo eso es muy interesante, tal vez podría probarlo’. Fui a una escuela de robótica, pero no me enseñaron muy bien. Después de buscar y buscar con mi familia encontramos este lugar”.

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El primero robot de Fernando fue Pablo. Le gustó, pero era un tanto limitado en cuanto a sus funciones se refiere. Así que decidió desarmarlo para construir otro con una figura de araña. “Este que tengo aquí ya lo terminé. ¡Mira, lanza objetos! ¿Ya ves? Algo que pasaba con el otro robot es que cuando le ponía objetos no reaccionaba. La maestra me dijo que porque su motor no estaba muy avanzado. Entonces construí uno nuevo. Le pedí uno que si estuviera avanzado. El de antes no podía disparar. Le construí el martillo y el control. No me gustó mucho que solo fuera un carrito”.

En una de esas mesas, concentrado, casi ensimismado, estaba Samuel. Desde un inicio me presentó su modelo. “Hola, este es Charlie”. En el caso concreto de él, el lego fue el punto de partida. Desde tiempo atrás ha tenido la predisposición para armar, construir diversas formas con las piezas. Esta experiencia lo llevó a dar un paso más. Conocer el mundo de los robots lego. Consideró que ese saber previo para el cual ya disponía de la concentración necesaria para lograr múltiples retos podría ser de ayuda y así fue. “A mí me gustan mucho los legos y le dije a mi mamá si podía inscribirme en algún curso de robótica. Así que venimos. Vi cómo eran los robots. Me gustó mucho. A la semana empecé a venir acá. Me gustó mucho venir con toda la actitud, muy emocionado. A la fecha me gusta mucho venir, construir las cosas. Eso es lo que más me encanta. En mi casa me gusta construir algunas cosas que tengo por allí, buscar piezas y cómo ir mejorándolas”

Samuel comenta nuevamente, al respecto del trabajo que hoy en día realiza en el laboratorio de robótica, que este tiene el nombre de Charlie. Cuenta con varias funciones y, espera, colocar unas cuantas más con el pasar del tiempo, recursos que a él le llaman la atención. “Mira, sobre mi robot, yo hace dos semanas había visto estos nuevos prototipos. Quise hacer este robot que se llama Charlie. Tiene diferentes funciones. Ya que lo terminas de armar te aparecen funciones extras: hacerle un disparador y ponerle muchas más cosas. Yo quería ponerle un disparador y ver cómo era el proceso de disparar. Le quiero poner también un tipo cuchillo en lugar de mano”.

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Han sido varios los países que IROX ha visitado por integrantes de sus equipos. Brasil, Portugal, Canadá resaltan entre ellos. Para la memoria histórica del Instituto quedan los viajes y participaciones en eventos nacionales e internacionales que le han dejado experiencias, como sus docentes comentan, significativas. Por ejemplo: RoboCup, World Robot Olympiad y el Torneo Mexicano de Robótica. Sin embargo, con el advenimiento que la pandemia propiciada por Covid-19 ocasionó tuvieron, como en muchos otros proyectos y actividades, detener sus participaciones en torneos y eventos internacionales. En estos momentos se encuentran con la visión perfilada a formar nuevos equipos integrado por niñas y niños que puedan en un futuro no muy lejano ir a esas competencias que ya son parte ineludible de la historia de IROX y que han legado aprendizaje, conciencia de competición y trabajo en equipo a Veracruz y al territorio nacional.

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