Un joven vaquero
abatido y muy maltrecho
cabalgando y tarareando
dolorosa una tonada
con lluvia al horizonte
la triste tarde atravesaba
¡Ay!
Y llevaba el corazón desecho.
La tonada de su fondo
hasta los crepusculares cielos
con rizado humo de tabaco
se elevaba,
y así, entre tarareos y bocanadas
miraba, sensiblero diciendo al triste cielo
“Adiós ¡Oh! Mi Castaña
Para siempre”
Un joven vaquero
abatido y muy maltrecho
cabalgando y tarareando
dolorosa una tonada
con lluvia al horizonte
la triste tarde atravesaba
¡AY!
Y llevaba el corazón desecho.
La sombra en cuenca bajo sus pestañas
la tristeza en su mirada resguardaba,
Y, figurando en su silueta
tal dolor que le embargaba,
montado en su caballo,
cual muriente sombra
al oeste de la tarde
traslucía su figura desapareciendo.
Y así, cabalgando al horizonte,
Insertando soledad en su sendero
doblegando el alma y el sombrero
– ¡Qué aguacero y frío! – se decía
Y derrotado cabalgaba
llorando sobre mayo
aquel vaquero.
¡Ay!
Y llevaba el corazón desecho.