I Breve descripción del mundo colmado de fantasmas que requieren la memoria

I Breve descripción del mundo colmado de fantasmas que requieren la memoria 1

Por Christian Leobardo Martínez Aguilera.

El continuo encierro de voces que vida fueron, silenciadas por el caer de la tierra y el cerrarse de las rejas. Y la burla mayor es que, en cada paletada de tierra que arroja el esbirro en turno, el sistema en turno, el sistema va diciendo: “no vales, no importas, nadie te llora, a nadie le da rabia tu muerte, nadie sigue tu paso, nadie levanta tu vida” Y con la última paletada sentencia: “aunque arrojen y castiguen a los que te matamos, siempre encontraré otro, otra, otros, que de nuevo te embosquen y repitan la danza macabra que acabó con tu vida” Y dice “Tu justicia pequeña, enana, fabricada para que los medios de paga simulen y obtengan un poco de calma para frenar el caos que se les viene encima, no me espanta, no me daña, no me castiga” ¿Qué le decimos a ese cadáver al que, en cualquier rincón del mundo de abajo, se le entierra en el olvido?
(Submarcos)

La idea a defender aquí es que la memoria actualmente puede  presentarse a la luz de un horizonte ético y  de esperanza en un mundo donde  matan y desaparecen despóticamente. Y sí, con mundo me refiero y delimito a la geografía y situación de la actual sociedad mexicana, sumida en la violencia y el horror por parte del Estado mexicano y sus socios. Estos, estas son, primero, su  brazo armado represor: ejército, policías y marina. Segundo, su aliado ideológico y de propaganda: los medios de comunicación – ya sean nacionales e internacionales –  y tercero,  como socio de crímenes e impunidad: el  narcotráfico. Convirtiéndose así con esto, abierta y descaradamente en cierto tipo de fascismo.

La tripleta Estado-medios de comunicación- narcotráfico, es la tripleta nociva, maléfica, asesina e impune que tenemos hoy día. Las prácticas consisten en: primero, mediante los medios de comunicación – sobre todo las televisoras – manipular la información para crear campañas de legitimación de los abusos[1]; segundo, utilizar las policías, el ejército y marina como  violenta y mortífera represión como respuesta ante cualquier intento de protesta; y por último,  mediante el narcotráfico, llevar a cabo el trabajo más sucio, es decir, que el Estado en el momento que lo requiera fuera de toda ley pueda llevar a cabo a través de sicarios ciertas desapariciones[2] y asesinatos que al ser perpetrados por éstos, como fuera de la ley, pareciera no tienen nada que ver con los intereses del Estado, con lo cual a su vez se hace creer que muchas de las desapariciones forzadas en la actualidad, tienen que ver con ajuste de cuentas entre sicarios y no con la manera represiva que tiene el Estado para detener a quienes les estorban.

    Diremos algo más sobre la cuestión, esto es, del desaparecido y desaparecida en nuestros tiempos: que aunque pareciera que cualquiera de nosotros, nosotras  lleva el riesgo de desaparecer, no, tampoco se desaparece a cualquiera. Este es un mundo donde te desaparecen por lo que representas: rebeldía, resistencia, reclamo, conciencia, diferencia o cualquier izquierda digna parecida. Es un mundo donde aquellos, aquellas (hay que ser parejos en la cosa del género) que matan y desaparecen procuran metódica, científica, sistemática y a veces burocráticamente borrar todo indicio del crimen; desapareciendo así a las personas vivas, desapareciendo documentos, desapareciendo archivos,  indicios, encubriendo noticas, datos y llegando al extremo de intentar desaparecer lo que sucedió: un crimen, una desaparición, una represión, una persona, una historia.  Dejando con esto sólo fantasmas.

    Se desaparece toda huella de lo que tal vez fue asesinato mediante la desaparición del muerto, la muerta que se llevaron. No se desaparece el todo del crimen por la existencia humana misma que fue y representaba la persona, sino por lo que su desaparición y posible muerte representa ahora: huella de un crimen y evidencia de impunidad, igual que en los tiempos supremos del fascismo, donde el procedimiento exige deshacerse de toda evidencia de maldad, para lo cual,  la bestia del narco-Estado requiere desaparición permanente y de todo. Lo que viene a completar un plan trazado  de inicio en todo fascismo, es decir: sembrar la muerte y la desaparición para cosechar el horror, el olvido y la indolencia.  Hoy en día la geografía mexicana está colmada de esperas, se espera “aparezcan”: las madres, los padres, los amigos, amigas, los esposos, esposas,  el novio, la novia,  los hijos, las hijas sobre todo las hijas; todos, todas aquellas que son esperadas por aquellos, aquellas a quienes les toca vivir su desaparición.  Se espera aparezcan vivos, vivas, sanos, sanas y  salvas. Pero en tanto personas indeterminadas respecto a si vivas o muertas es decir, entrando en condición de fantasmas ¿no tendrán otro modo de aparecer, de re-aparecer? Pues son, desde que los y las esperamos: nuestros  fantasmas. Y nos asedian.

No asedian sólo mediante nuestra dolida memoria, sino que por ella irrumpen en nuestro aquí y ahora; y en ello consiste y está su re-aparecer.

    Es por eso que, frente a este mundo, frente al fascismo de nuestros tiempos, ante  el horror, el olvido y la indolencia, planteo que la memoria[3] puede proyectarse desde un horizonte de responsabilidad y esperanza en el siguiente sentido: La esperanza de una y un desaparecido es que la y lo recuerden[4], por ello de alguna manera, parafraseando a Benjamin, podemos decir que la memoria es el lugar-momento[5] dónde el y la ausente, la y el desaparecido o el fantasma-para decirlo también con Derrida- nos asedia. La esperanza  de un desaparecido para re-aparecer se cumple a través de la memoria de aquellos que el desaparecido espera le hagan justicia, le hagan memoria. Dice Benjamin (1999) en la tesis II

“…un secreto compromiso de encuentro está entonces vigente entre las generaciones del pasado y la nuestra. Es decir: éramos esperados en la tierra. También a nosotros, entonces, como a toda otra generación, nos ha sido conferida una débil fuerza mesiánica., a la cual el pasado tiene derecho de dirigir sus reclamos. (p. 43)     Para nuestro presente, es como si la posibilidad de poder cumplir lo que Benjamin llamaba débil fuerza mesiánica esté en recordar, exigir y sobre todo traer al momento del ahora las esperanzas de aquellos que han desaparecido, que están ausentes, pero asedian nuestra memoria, y en ella y por ella re-aparecen.


[1] Así como una reciente campaña, por decirlo de algún modo, de crear una cultura narco a través de narcoprogramaciones, narcocorridos, narconovelas y demás, que ocupan la mayoría de espacio televisivo en la actualidad. Empeño dedicado a ensalzar las virtudes (si es que las tiene) del personaje Narco en la sociedad. Asesino, valentón, parrandero, prepotente, gusto por las armas y la violencia ejercida muchas veces por su discurso machista y sexista; si, la televisión está creando la marca Narco, como secularización de lo que en su tiempo fue el Charro mexicano.

[2] Recordemos los hechos sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

[3] Memoria en el sentido benjaminiano; como un cumplir la débil fuerza mesiánica. Ya lo esclareceremos más adelante.

[4] [4].  Por lo menos eso pensamos nosotros, nosotras aquí, si nos toca que nos desaparezcan, recuérdennos, nuestra esperanza es su memoria.

[5] Idea de lugar y momento benjaminiano que es coherente con el pensamiento derridiano del no-lugar del fantasma, puesto que entendida desde Benjamin, la memoria refiere al tiempo del ahora, algo que no tiene aún lugar ni tiempo establecido ya dado y como en Derrida que lo propio del asedio histórico  es su intempestividad, su sin orden establecido; por eso mismo, es mesiánico el asunto para ambos aunque en Benjamin se ve más claro,  que el mesías está por venir en cada instante de peligro. Para mejor comprensión remitirse a la Tesis VI donde afirma Benjamin “adueñarse de un instante de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro. (p. 45).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Agamben, Giorgio. Estancias/la palabra y el fantasma en la cultura occidental.Valencia: PRE-TEXTOS, 2001.

Benjamin, Walter. Discursos interrumpidos. Salamanca: Taurus, 1973.

______________ Ensayos escogidos. México: Ediciones Coyoacan, 1999.

______________La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. México: Ítaca, 2003.

______________El autor como productor. México: Ítaca, 2004.

______________Tesis sobre la historia y otros fragmentos. México: Ítaca, 2008.

Bolívar, Echeverría (comp.). La mirada del ángel/En torno a las tesis sobre la historia de Walter Benjamin. México: Era,  2005.

Jacques Derrida. Espectros de Marx. Madrid: Editorial Trotta, 2003.

Roudinesco, Élisabeth y Jacques Derrida.  Y mañana qué. Argentina: Fondo de cultura económica,  2009.

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