Es difícil soportar ser poeta,
sobre todo, por soportarlo todo.
Nacerlo, quererlo, convertirlo de nuevo todo.
Es difícil soportar ser poeta no por los que creen permisarlo:
universitarios, académicos, vacas sagradas, editores,
críticos literarios y todos esos demás que saben.
Lo he visto.
Luego luego -porque indefenso es el poeta-
como garrobos contra mariposas
ya te mandan un ejército,
un auctoritatem de críticos capaces
para patearte el culo.
“Y Calíope nos libre” dicen
“que llegara a permitirlo
la voz sobria de la crítica”
Por otro lado, la poesía, la inocente.
Esa sabia savia de la vida, la poesía,
esa, esa es un sin permiso,
un río abajo que nos corre en el alma.
Y no, si lo difícil no es ser poeta o intentarlo
(que vaya a saber la genealogía ontológica
en que se resuelve ese ser);
lo difícil es darle la razón a Berkeley y
ser sólo sí se es percibido.
Y qué otro problema, éste,
el de tiempos nuestros,
los de los percibidos,
los de poetas sin poesía con lectores de fácil oída.
Contra ello, habrá que levantarse temprano,
o acostarse tarde o no acostarse
y escribir,
esa disciplina.
Aunque ¡Qué va!
Debemos asumir la vida poética
como se asume plantar algo:
con cuidado campesino.
Coa y a trabajar desde temprano
el sol a sol de los “verso a verso”.
Sembrar lo que brota en los papeles: Versos,
esas flores de la tierra de hoja en blanco.
Replantarlos en los ojos
en los corazones
en las verdades
en las sonrisas de las muchachas.
Porque…
¿Qué no es un poema pues?
Sino lo recién plantado
que siempre ha de retoñar.
Canto de pájaro por la libertad,
fuerza verdadera
que empuja a su lugar,
allá, a la mezquindad
a quien no trabaja el poema
y vive de la poesía.
Así que bueno, yo,
que acaso rayo la regionalidad
he de hacer una petición:
que el oficio no vaya quedando sin nacer sonetos,
sin nacer imágenes, sin nacer universalidad;
que no llenemos nuestro tiempo
de más poetas sin poesía.
Una poesía pido, un verso, señor, señora,
así, bonito, espontáneo,
como decirle a la muchacha que tengo
enfrente que:
Asomo el ojo
Al este de tu cintura
Como hace el Sol al alba
sobre las palmeras
de Sol borrachas-decía Lara-
de tu playa de mujer.