¡Queremos tanto a Julio!

¡Queremos tanto a Julio! 1

Por Christian Leobardo Martínez Aguilera

Exordio:

Como ustedes saben – si no, aquí les decimos – en Cronopios y divergencias queremos tanto a Julio. Hablamos del Cortázar. Ese argentino nacido en Bruselas con tono amable de voz. Ese cara de niño autor de tantos cuentos fantásticos que varios de nosotros, nosotras,  tomamos a veces por desordenamiento y reordenamiento de la realidad. Pues bien, el pasado 12 de febrero se conmemoró un año más de su deceso, y  por eso aquí escribimos hoy. Aunque, bueno,  él vive ya diariamente en  casa de nuestro lenguaje. A más, sabemos bien que, como al Cronopio mayor le gustaba: lo hace fantásticamente.

De cierto, entonces, la casa está tomada. Así que no nos queda de otra más que aprender a vivir con él, convivir con él y leerlo bien, es decir, practicar el Oxímoron en la realidad y,  dialogar con ese muerto que él es, y que está vivo, o viceversa.

Instrucciones para leer a Julio Cortázar

Comience por leer Rayuela, termine por no entender nada y no ser el mismo. Recomience con el mentado libro. Entienda algo y léalo de la otra forma dependiendo con la que haya empezado. No sea nunca más el que está siendo un momento antes de leer el capítulo 17. Verá usted que también “le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo”.  

Deje de lado la solemnidad y el monólogo.  Dispóngase al diálogo. Lo curioso con el Julio de esta ocasión es que, al igual que personaje de uno de sus cuentos fantásticos, usted se verá simultáneamente en la fantástica situación de leer y de que ver que el tal Julio no se deja ser leído sin que él lo escuche a usted también  leerlo, es decir: que está atento también a lo que usted le dice, o podría decir; y ahí lo quiero ver.

Lea Julio Verne. Guarde con asombro y regocijo el dato de darle la vuelta al mundo en 80 días. Siga  su vida preferentemente leyendo literatura. Elija un 13 de enero para leer a Julio Cortázar. Desdoble el día y extiéndalo lo más que pueda. Entre ahora en él 80 veces distintas desde 80 mundos distintos.  Conserve la calma y siga abriendo ahora sus días en sus 80, o más, o menos, o las posibles posibilidades.

Instrucciones para ser cronopio

Llámese usted Lucas, o Julio,  u Oliveira o La Maga o como usted desee, o Cronopio a secas. Vomite conejitos.

Salvo que una educación perfecta se le cruce por la vida, haga una revista y escuche los suspiros de desaprobación que hacen en nombre de las letras los críticos literarios. Cobre porque lo lean.

Tenga un mundo seguro y piérdalo enseguida siendo filósofo. Ahora, olvide que lo es y trate de ser el o la de antes. Al ver que es imposible, deambule por ese punto de no regreso. Cultive la angustia hasta abrirle grieta a la atmósfera de lo cotidiano. Sí, eso, de ser siempre el o la misma con el asombro del tipo: ¡no puede ser que esto exista!  ¡que yo esté aquí y que me llame…!

Ponga también la noche boca arriba y sueñe con un mundo donde no exista la literatura. Despierte, respire, tranquilícese. Abrace la realidad,  verá que ahora usted es verde, erizado, erizada y húmedo (a) Ah! y sólo canta catala-tregua-espera.

Lleve un curso de Geografía y de leyes internacionales. Cruce  ilegalmente una frontera y siembre una rosa morada en el desierto del país ajeno. Espere pacientemente a que se entienda que ha plantado un nuevo color en el horizonte, que no hay delito que perseguir.

Compre una plantación y plante una imaginación. Una vez brote abrácela, cuídela, báñela, pero sobre todo, riéguela diariamente con poemas. Sea como una flor.

Instrucciones para recordar a Julio Cortázar

Léalo, suele bastar con eso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *