Qué neblina
Qué fantasmas me rondan
Y sus voces
¿Callarán?
Algún infinito me observa
Como a un monje a duermevela
Su dios
En las noches de la soledad medieval.
Abrevé de la poesía
Mi infinito.
Yo era un escuchando
Y esa palabra crecida
Por mi ser atravesaba.
Así, oí cantar las lindas flores
un día de infancia que el azul del cielo
Pero…cruenta noche adulta de ansiedad
Oí entre penumbras
Devorar rencores colmillados las tales lindas flores;
Y lloraba mi yo, inocente
Perdido en el no entender.
¡Tal sé cuando soy poeta!
Y el huevo que es mi pecho
¿Para qué nacer ese pájaro?
Si qué insatisfacción es el mundo
“Ser o no Ser”
“¿Habrá momentos que colmen esa duda humana?”
Pregunto, asombrado de eternidad e infinito desde lo efímero.
Y cae, como nube vuelta laude,
con enojo, algún recuerdo
en cada rincón de mis egos hiriendo.