Por Eduardo Corsario
El 8 de abril es el Día Mundial de Oposición contra los Alimentos Transgénicos− iniciativa global originada en 2006 a partir de las reuniones de organizaciones de 40 países− que pretende manifestar la inconformidad hacia los productos genéticamente procesados, pero sobre todo contra la falta de información que especifique cuáles son las posibles consecuencias de implementar estas estrategias artificiales.
Los organismos genéticamente modificados son alimentos generados a partir del implemento de ingeniería genética o biotecnología vegetal, entre los principales se ubican: maíz, soja, papas, tomates, arroz, algodón. Estas estrategias artificiales para la producción de alimentos son de carácter internacional y ha generado debates y disputas no solo en el territorio social, sino también en la comunidad científica y en el debate político, sobre todo en la toma de decisiones de carácter sanitario y ambiental.
Se cree que este tipo de implementaciones puede generar daños a la salud a largo plazo y que no es una estrategia viable debido a estas razones. Por otra parte, los defensores, específicamente en el terreno de la economía y desarrollo social, consideran que con los organismos genéticamente modificados se podría paulatinamente acabar con la hambruna mundial. El debate sigue en pie y los argumentos emanan a borbotones por entre el camino de la senda de la ciencia y su impacto ciudadano.