Juego a que una efímera luciérnaga sonriente
me acompaña
en la soledad del ser
esta noche.
Reposa, como encontrando un árbol de descansar
sobre la hoja en blanco
donde proso estos versos
mi corazón de pájaro tropical.
Fuera de mí, en medio de lo que estoy
Sucede un romance tapatío de la noche cósmica:
Grillos mariachis y estrellas luceras que se arroban.
Estrellas novias que desde sus cirros balcones
escuchan la serenata de los grillos cantores.
Fuera de mí, son las dos de la mañana y corre y chifla por el llano
el viento frío que baja de las montañas.
Dentro de mí, son las 3 de la mañana y corre y chifla también como en el llano
un criogénico recuerdo por mi corazón.
Esta noche de romance cósmico,
entre grillos mariachis
y estrellitas tapatías
me nace una fría melancolía
allende mi pecho
por mi amor azul abandonado,
caminando en tu Comala.
Y ¡Ay! pobre desta ánima mía,
condenada y sin infierno;
por demonio de tu corazón la despreciada.
Fuera de mí, son ya las cuatro de la mañana;
y un canoso eucalipto teporocho
me enseña la valía de los sufrires.
Él, blanquea como relámpago de tierra.
Es rayo sembrado,
Tristeza erguida,
Viviendo de pie
padeciendo anciano,
General, la muerte de su ejército:
hojas pardas en el suelo.
Tristea por la vida, por la guerra cíclica.
Esa, en la que siempre perdemos.
Pero es que… ¡Ay! el color heroico de su pérdida.
Erguido aún entre el dolor de lo ido;
entre el panteón de la hojarasca y muerte,
¡Es belleza trágica su valentía!
Él, garboso contrasta en la noche cósmica
En hoja a hoja como canas,
-Las que aún le quedan-
Tal flecha plateada,
para ser,
contra todas las estrellas sonrientes seducidas.
Y retoña entre tristezas.
Dentro de mí,
Veo en cada hojita efímera existenciaria
Todo noble habido enamoramiento
En su pretensión de ser eterno.
Y es por eso la tristeza para siempre de mi corazón.
Y lo único consolante entre lo eterno de esta nochevida,
es aquello que doliendo encarna valía.
¡Que aguante soledad y frío!
¡Que salga de su cascaron el verso!
Y el poeta, quien vive en el huevo de su corazón,
Rompa, y obelisque en el centro de mi pecho
el verso como testimonio de mi existir.