Eso, diferentes, nos llaman los diferentes.
Por… eso
de brillar hasta con el alma rota.
De caer y levantarse alado.
De ya no buscar amor sino construirlo.
Eso, un corazón ansiedad no claudica.
Eso, diferente.
Eso de la vida diferente: respirar cuando los suspiros duelen.
Eso, cuchilladas de luz.
Las únicas que atraviesan el pecho y van por dentro nuestro contagiando con su lumbre las velas apagadas que llevan nuestras esperanzas más dormidas y vencidas.
Sí, eso, ser rival del Sol, no ser sólo un cuerpo.
Eso, no eres sólo un cuerpo.
Eso, ser deletreado.
Eso, volverse palabra.
Eso, caminar en la palma de otras lenguas.
Eso, ser eso: la poesía que es muchas cosas, en cada uno, en cada algo y en todos lo mismo.
Eso, ser como un taquete: insistente, sin saber del muro impenetrable que es todo hado y que doblará como cabeza de clavo vencido una esperanza triste, que dobla la cabeza de un alguien afligido, sin ánimos, ni aguardos a moldes de vida.
Soy como un triste. Triste porque no hay moldes ni rumbos, sólo sentido de saberlo, sentido del absurdo.
Eso, diferente, saberse un instante sin sentido que entiende eso, el sin sentido.
Eso, ser alado y saber que en este lugar no hay árboles dónde posar un pájaro.
Eso, ¡Pájaro inadecuado!