HERMES MENSAJERO: SOMOS FEOS, PERO TENEMOS LA POESÍA

HERMES MENSAJERO: SOMOS FEOS, PERO TENEMOS LA POESÍA 1

Pasa apenas y viéndose en lo que queda del día una nube como bailando por cielo. El viento, tibio en su caricia la trae de aquí para allá tomada de la cintura. Yo estoy llenando de agua la pileta. Debo dejarle agua al ganado, pues mañana me toca subir un texto a la revista, y para eso, debo ir a la ciudad al internet.

Un atardecer lento en su dorado entorna con su paz mi labor, cuando veo allá, en la punta de la loma, por donde se ve que cuelga, como no queriéndose ir todavía el sol, dibujarse la estampa, al horizonte, de un jinete. Es el Hermes. Nuestro mensajero.

Cuando el Hermes cae tardeando, sé, que nada más viene a robarme cigarros y dejar las cartas y mensajes del Filosofito y el Tío Larisláo.

-A mano es pesado-

Me dice en acabando de llegar. Se apea, y acerca al agua a su caballo.

Ya desmontando y amarrando al guácimo su cuaco, le digo:

-Mañana debo poner un texto en la revista. Hay una muchacha que me gusta. Tengo pensado en publicar algo para ella: Mira lo que empecé:

Cuánto cantado ha éste jilguero

Desde perla encomienda

En hilvanar palabras,

Para ti, Cósmica

Como poesía.

-Mmmmm…- Expresa, no sé si entre desagrado o sospecha, pues  él piensa que la poesía no consiste  sólo escribir cosas bonitas para las muchachas.

-¿Le gustará?-  Pregunto.

Y -No lo sé. Somos feos, pero tenemos la poesía- me responde con tono de desinterés.

-Siendo así, ojalá que le guste la poesía- Acompleto un tanto angustiado.  

Muchas veces hemos platicado con el Hermes sobre el asunto de cuando uno deja de ser algo y comienza a ser otra cosa. De cómo podemos cambiar y seguir siendo los mismos. Y nos preguntamos de si eso suceda en realidad. Pienso en ¿cómo poder dejar de ser extraño, y comenzar a ser querido? Hay los inicios que son misteriosos en su espontaneidad.

Vuelvo a la plática –Pero que le guste la poesía no quiere decir que le guste yo-  le comparto angustiado.

Él, pasa caminando al lado mío y después, metiéndose  a la casa, dice serio y hosco desde adentro- “donde hay peligro crece también lo que nos salva” asegura Hölderlin-

¿Quién?- Le pregunto asombrado por la respuesta. Y dejo la cubeta del pozo. Me quito las chanclas lodosas, y salgo corriendo pa´dentro de la casa; pues me interesa lo del tal Hölderlin.

Entro, y sin candil, por la arreciante noche, sólo es penumbra ahí dentro. No hay nadie. Enciendo la vela y veo un texto con el título  “Patmos” (Johann Christian Friedrich Hölderlin).  En mi cajetilla faltan dos cigarros. Relincha el potro allende la loma que les platicaba. Al reverso del papelito, hay, escrito a mano, lo siguiente:

“La poesía, las altas veces

Nos es, como en todo,

Eminente mensajera”.

Y bueno, por eso de que dice el Hermes, que la poesía es eminente mensajera. Yo, dejo acá, para una muchacha que me gusta mucho, un poema:

CÓSMICA XIV

¿Y si te gustara? ¡Ah!

Como gorrión revolotearía en mi pecho

trinando de contento

mi corazón ya tuyo.

Porque la noche en tus cabellos,

la mariposa de tu boca,

el mármol de tu cuello,

tus piernas afroditas,

la geometría de tu cuerpo,

la encarnación de la ternura que eres.

¡Toda! ¡Toda tú!

Si te gustara ¡Ah!

Bailarían mis manos

por sobre tu cuello

con pasos de caricias.

Porque la armonía de tu sonrisa

La paz de tu mirada

el ángel de tu voz

la luz de tus palabras

el perfil de tus hombros

¡Ah! Si te gustara, si me dejaras

sobre ellos posaría como reposa

en paz un pájaro que desde otras vidas

te ha buscado.

¡Ah! Si te gustara

noche a noche

con tu música de respirar

reinarías vencedora y señora

en la melodía de mi corazón

desde la guitarra de mi alma.

¡Ah!  Si te gustara

Cómo crearía el mundo y las gardenias

y el rocío de nuevo

tras los amaneceres

con tal de que tus ojos pajarillos

bebieran en su frescor.

¡Ah! Si te gustara

noche a día,

día a noche

sucederíamos una creación.

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