VERSOS DE LA VUELTA

Publicamos el breve poemario "Versos de la vuelta"

Por Christian Leobardo Martínez Aguilera

VUELTA I

 

¡Cómo cuidaba esa brasa del amor que me quedó!

Cómo la procuraba entre mis brazos,

sin mojarse,

ante las tormentas de ansiedades.

Disimulando fríos

aticé con hojitas secas de esperanza.

Cómo ¡Ay! suspiros tibios le cedía

Y cómo, ¡Ay! su anémica tea,

Ingenuo de mí

encendiose bravía un día

sacrificándome a mí en su pira.

VUELTA II

¿Qué dolores cubre tu cárdeno mirar

hermosa riente Morena?

¿Habrá dureza frágil pidiendo ayuda

en la mudez pasiva que tu alegría amordaza?

Como si fueras la rosa oscura,

niegas necesidad del sol.

Hay falsedad asomando en tu aparente calma

morena de ilusoria paz.

Enmudeces serena entorno a la tempestad

Confundiendo orgullo con dignidad

y no se vea, así, aquella espina del mundo

que hirió tu corazón

y te hace llorar.

 

VUELTA III

Qué Ariadna prestó su hilo

para aferrar dos corazones

que, separados con el tiempo

soportando fuertes vientos

deviniendo,

alejados vánse uniendo.

VUELTA IV

Noches hubo que,

condenado a tus ausencias,

resentido en mi destino, 

empero, soltaba desde mis abismos:

– ¡Buenas noches, amor mío! –

Y cuidarte así mientras dormías.

VUELTA V

 

Qué ganas de ser tan ala

volando raudo a tu ventana;

Y, trinarte esta tristeza

que, lloviendo desde mi alma

por mis ojos, ahora,

como lágrima resbala.

VUELTA VI

Tengo atizadito aun el amor,

y alargado un beso tuyo por el alma.

VUELTA VII

 

Nada hay, por más pequeño tuyo,

que no alcance a entusiasmar mi corazón. 

Te sé de memoria,

mapa hermoso de lunares.

Me sé la savia de tus pechos

y el morado de tu boca,

y la curva de tu espalda;

y tu aquél rechinar de dientes dormida

en calladas madrugadas. 

Me sé el oscuro tono de tu pelo

a morenas noches parecido.

Me sé de memoria tu sonrisa

aquel pan para mis muertos

-hablo de los besos-

que cargando llevo

para el día en que los revivas.

Me sé tu moreno cuerpo,

que sea tu cintura;

aquella morena ternura.

Y me sé de memoria tu abrazo

de amor moreno,

de manos morenas,

de besos morenos

de sueños morados.

Me sé de memoria lo que amé

Me sé todas las sílabas

con que riman las músicas de tus morenos nombres

Me sé las marcas de tu frente

Y el lunar de tu barbilla.

Me sé la leve blanca mancha de tu panza

y…

¡Cómo sabe uno!

Pues

¡Cómo no va a saberse lo que se a…!

 

 

VUELTA VIII

Leo, y algunas cosas rapsodian nuestro mito.

Jardino, y algunas flores inventan los aromas.

Camino, y algunas calles cuentan nuestra historia.

Anochezco, y las estrellas grafican de infinito.

Poetizo, y en poema celestial sublimas, 

Calíope morena de palabra. 

Y una musa me habita

cuando me hablas.

VUELTA IX

Que se hace con el beso

Que disfrazo de verso

para así rondarte por los labios

¿Lo matamos?

VUELTA X

Que, aunque reine tu ausencia

como la noche alada

sin abrasador sol,

yo, hablaré sin escucha, yo

como lo hace aquel loco árbol

que inútil procura

sus frondosas ramas

inmensas oscuras

para quien no viene

jamás, nunca

a su fresca sombra

a descansar.  

Hay momentos que tus besos me moran

suaves, como el céfiro que entibia mi luz;  

y, tranquilo, contemplo las nubes leves,

tiernas tersas, como tu ayer de abrazo fue.

Así, imponente de mi palabra manas.

Y ni tu aroma ni bello rostro olvido.

Huyera del mundo toda belleza

quedará el templo que a ti son estos versos

venciendo de lo ido su silencio.

Yo respiraré de ti,

mientras vagues por el perfume

en esos días

que lleven tu cara de cielo azul.

VUELTA XI

Y soy aquel gris pájaro

posado en su árbol nostálgico

trinando de ti

húmedo y recio

colmado de recuerdo 

en toda la fosa de su ánimo. 

VUELTA XII

 

Atrapa el poeta en sus versos

la blanca luz de los luceros

y brillan, como esperanza

-de sanar-

las palabras estas,

donde digo que te quiero.

Vienen las estrellas de todas partes,

Las rientes,

y su luz, plateado mensaje,

a amores cósmicos sabe;

y una semilla de amar al alma planta

para trinar por la mañana

como inspiración de alegres aves.

VUELTA XIII

Como nace una estrella,

¡Tal belleza!

En tu sonrisa es el paisaje.

VUELTA XIV

Yo quedé fantasma tras la pérdida

y vago ¡Eso!

vago errante por el sentido

del mundo, como lo hace aquella hoja

caída de aquel árbol

y, sobre la tristeza del río

 herida va flotando. 

VUELTA XV 

NO DEBÍ

No debí pensarte

abriendo del deseo

imposible océano.

No debió llamarte, claramente

como en 3 de abril

Mi corazón con que te quiero.

No debía mandarse,

argéntea envuelta,

en nocturno cielo tan morado

la hermosa luna de regalo,

que, obediente para ti,

mientras duermas,

en Mérida madrugada

entera irá brillando.

VUELTA XVI

Anoche en que temí seriamente

a la serpiente eterna de tu ausencia, 

recogí estos versos de la musa

que decían en su eco: 

a diestra y siniestra 

que no estás, 

de ti escribo, a veces, 

cuando te quiero.  

Y tu moreno ser se extiende,

deambulando sonriendo por un verso

en mi noche de doler. 

Contrastante.

Pues…

hermosa en mi tristeza váse

extendiendo en sonrisas de flores

una alegre primavera.

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